El beso que lo cambió todo

Galería BAT, Madrid
Del 22 de noviembre al 25 de enero

El beso que lo cambió todo nos invita a entrar en un universo onírico y simbólico, una serie de escenas que, al igual que en el célebre Jardín de las Delicias de Hieronymus Bosch, se despliegan en un espacio pictórico saturado de vida, drama y misterio. Como en los antiguos retablos eclesiásticos – piénsese en el majestuoso Retablo del Cordero Místico de los hermanos Van Eyck -, cada cuadro parece una ventana hacia una historia fragmentada, donde la realidad y el mito se funden y confunden. Los personajes y los símbolos que habitan estas pinturas están imbuidos de una carga emocional profunda, y sus acciones, aunque aparentemente cotidianas, reflejan temas universales de amor, deseo, redención y sacrificio.

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Críticas

“Desde un punto de vista formal, interesa particularmente de Alexander Grahovsky (Alicante, 1980) que ha creado un territorio –literalmente– propio para su pintura. En primer lugar, un sistema de representación que le permite, al modo ‘bosquiano’, reunir en sus paisajes a decenas de personajes y representar múltiples escenas dispersas por tan amplio escenario; un sistema, por lo demás, moderno y legible, cercano a la perspectiva 2:1 de los videojuegos: una proyección axonométrica donde lo muy lejano no es diminuto. Y luego, una forma de pintar eficaz que resulta en una superficie suave al tacto –visual–, terrosa, con la densidad justa, pródiga en matices (también frescos y modernos; este pintor se formó junto a Eloy Morales y Gómez Losada, entre otros). De ‘El beso que lo cambió todo’, su primera individual en BAT, nos dice directamente que es una suerte de Jardín de las Delicias; se citan también el retablo gótico y a los Van Eyck (hay muchas más citas, especialmente de Magritte, diseminadas por los cuadros). «Un universo onírico y simbólico», también un carnaval –con La Muerte, El Diablo, el baile, el sexo y las máscaras–, «un palimpsesto de historias que se entrecruzan» –o no– y, en suma, «un ritual perpetuo, un ciclo de vida y muerte, alegría y pérdida» y «una reflexión sobre la condición humana». Y en el centro de este amplio conjunto de símbolos y actividades, desde luego, ‘El Beso’ como «pequeño acto […] que tiene el poder de alterar el curso de la Historia».”

Javier Rubio Nomblot (ABC)

“Un buen rato se puede quedar uno contemplando las obras de “el beso que lo cambió todo” de @agrahovsky en @galeriabat, donde un pequeño acontecimiento es capaz de generar toda una estimulante narrativa. Porque son miles las referencias a grandes obras de la historia del arte, elástica su imaginación, asombrosa su capacidad para representar las pasiones humanas y numerosos sus recursos pictóricos, que se desplazan más allá de la figuración. Os la recomiendo.”

– Javier Díaz Guardiola (ABC)